Las cuaimas

La gran mayoría de los venezolanos, sino todos, sabemos a qué nos referimos cuando le decimos a una mujer CUAIMA. Es una mujer temida, no se le escapa nada y no pierde. En una relación siempre gana y si no puede ganar, empata.

Saca con bisturí, de las palabras de su amado, cualquier cosa para incriminarlo en algo que no ha hecho. Tiene una facilidad de desviar el tema cuando se ve acorralada. Así son las mujeres cuaima y quizás me estoy quedando corto con algunas definiciones. No es mi intención que ellas se ofendan con esto o que estoy inventando. No. Para muestra les dejo un anécdota del libro «Ella era tan bella que levantaba sospechas» de Ivan Loscher y opinen si no es cierto esto.

– El amor es algo que tiene que ser reinventado.
– ¿Que dijiste?
– No dije nada, estaba pensando.
– ¡No! acabas de decir que estás harto de nuestra relación.
– ¡No chica!… estaba pen…
– A mi no me digas chica, yo no soy una cualquiera.
– Bueno, mi amor.
– «Bueno, …mi amor» -me respondió remedándome.
Y pensándolo bien, ¿por que tú siempre me dices mi amor y nunca Yaremis? Me imagino que será porque te da grima mi nombre o porque temes que te salga el de la otra mujer.
– Te digo mi amor, porque eres mi amor, así de sencillo.
– Sí, pero dijiste que nuestro amor hay que reinventarlo…¿que significa eso sino que ya estas harto…?
– ¡No! estaba pensando en voz alta acerca de lo complejo de los tiempos y, por ende, la complejidad que entraña el amor en estos mismos tiempos.
– O sea que nuestro amor se esta volviendo complejo…¡y ya te aburriste!
Tratar de convencerla de que estaba filosofando en voz alta fue una pasión inútil.
– Si te quieres ir, pues vete.
– Pero ¿de donde carajos sacas que me quiero ir?
– Tu lo acabas de decir…¡Estas harto!
– ¡Yo no he dicho un coño! – Le insistí.
– ¡Te aburriste de mí, de mi mamá, y de todo lo que yo represento! – Y se echo a llorar.
– Mira Yaremis… -Traté de mediar.
– ¿Por qué siempre dices la Y como si fueras argentino? Siempre te burlas de mi nombre.
– No me burlo. No sé porque me sale argentino.
– Y ahora que te aburriste de nuestro matrimonio ¿que piensas hacer?
– Pero ¿de donde sacas que me aburrí?
– Tú lo acabas de decir.
– Te dije que estaba filosofando en voz alta.
– ¿Y que sabes tu de filosofía? Un hombre que se va todas las mañanas a los traqueos del hipódromo y vive jugando lotería.
– ¡Ah! ¿Ahora me vienes con esa vaina? Voy a los traqueos y juego a la lotería para ver si salimos de abajo.
– ¡Ajá! ¡Ahí esta! salimos de abajo ¿con que?… con nuestro matrimonio. Pero, ¡atrévete y dilo de una vez por todas! No tienes el valor para ser sincero…Eso es lo que pasa… eres un cobarde…¡gallina…!
Y se puso a imitar una gallina moviendo espasmódicamente los brazos para arriba y para abajo e imitando a un gallo: Ki ki ri ki. […] Después se volteo hacia mi.
– Hazme el favor de irte de la casa.
– ¿Irme? ¿Para donde?
– Para donde te dé la gana, pero ¡vete!
– ¿Por ahora, o por siempre?
– ¿Ves? Te quieres ir. Me quieres abandonar. Dilo gallina.
Y vuelta la vaina de hacer como gallina y cantar como gallo.
– Tu eres quien me esta diciendo que me vaya.
– ¡No! Tu te quieres ir. Yo te estoy dando permiso para que te vayas de una buena vez.
– Pero, si ésta es mi casa.
– Era nuestra casa, y tu me quieres abandonar.
– Es mi casa, yo la pagué – argumenté.
– ¡Ah! ¡Claro! El macho. Sácamelo en cara…Que me mantienes. Dilo de una vez, por todas: soy una mantenida… machista de mierda. Tu la compraste, es verdad. Pero te quieres ir porque ya no me amas.
– ¿Vas a seguir con eso?
[…] Llego un momento en el que no pude mas con el absurdo. No era la primera vez que pasaba algo semejante. En ese instante, ante su reiterada insistencia, tomé la decisión.
– Yaremis. – Hice una pausa mirándola a los ojos-. Me voy, con todo el dolor del alma.
– Con todo el dolor del alma ¡un coño! Tu no tienes alma. Vete con todo…con todo lo tuyo, bien lejos, al carajo.
– Sí, Yaremis… ya re mis maletas y me iré….- Y en medio de lo dramático de la vaina, me sonreí por dentro…»ya re mis maletas y me iré». Genial, pensé.
Un vecino en la escalera me vio rodando los bultos.
– ¿Vas de viaje, Contreras?
– ¡No! Me voy, ido…al carajo.
– Ya era hora. Bastante que aguantaste.

¿No es cierto que las cuaimas actúan así?

Comentarios

Comentarios

2 Comments Las cuaimas

  1. AvatarAnónimo Abr 01 at 9:30 pm

    Excelente lectura… Despues de reir bastante un rato, me di cuenta que hablabas de mi.. je je je je … Jhon Moreno

    Reply
  2. AvatarJesus Abr 03 at 3:32 am

    Jajajajaja…me hicistes reir Jhon, creo que todo hombre alguna vez hemos tenido una Yaremis.

    Reply

Leave A Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *