Para Zerpa

El sábado 2 de mayo me enteré de tu partida. Sucede muy frecuente con la muerte… no avisa cuando va a llegar. Vemos los achaques pero no nos preparamos para ello. Esta es la carta que algún día escribiría para ti, pero ya es muy tarde.

Nuestro trato se deterioro en los últimos 8 años. No se las razones, pero desde hace 2 años creo tener una idea de ello. Ya eso no importa. Lo importante aquí es la admiración y respeto que siento por ti. Me conociste desde muy pequeño, o puedo decir antes que naciera, pues tú visitabas la casa y fuiste maestro de mi abuelo y mi mamá. Cuando empecé a predicar para mi era un honor realizar esta labor contigo. Oraba para que no me colocaran con mi abuelo, sino salir contigo. Tu manera de explicar las verdades bíblicas estaban cargadas con gran sentimiento y eso se plasmaba por la gente que progreso cuando le dabas estudio. En ocasiones recuerdo, y particularmente me gustaba, tu dejo de sarcasmo a la gente que no nos atendía y nos salía con “patadas” mientras predicábamos. Tu le decias: “que pase buenos días” a sabiendas que eran gruñones con nosotros. De veras que lo disfrutaba. Tuve el privilegio de ir contigo a visitar congregaciones cuando dabas conferencia y recuerdo siempre un bosquejo que te gustaba dar y a mí escuchar. El tema es “¿Conoce ud. a Dios?” Todavía recuerdo la introducción: “En Mexico es virgen de Guadalupe, en Portugal es Fátima, en Venezuela es Coromoto… pero conoce Ud. a Dios?” Allí te lanzabas tremendas explicaciones y cuando le daba énfasis a las palabras, movías el torso de derecha e izquierda. Yo pensaba en ese momento si podía algún día dar discurso como tú los daba. Te confieso que en algunos momentos te imitaba con tus hijas y ellas se reían mucho, pero aprendí algunas técnicas de la oratoria contigo. Me senté al lado tuyo bastantes veces en el salón, algunos jóvenes no le gustaba eso… ¿Yo? ¿Sentarme al lado de Zerpa? Pues creo que fue el momento que mas aprendí en las reuniones. Eras poco ortodoxo para subir a la plataforma, nunca utilizabas los peldaños, sino que directamente subías de un brinco.

Fue un 4 de febrero (y no del por ahora) cuando un grupo de jóvenes de la congregación nos bautizamos y tu diste el discurso… me acuerdo de ello, no solo por el hecho que es un día inolvidable. No. Sino por el gesto que tuviste cuando nos diste el discurso. Yo he visto muchos discursos de bautismo, pero tú lo hiciste algo especial. Tomaste el atril y lo dirigiste hacia nosotros y empezaste tu discurso viéndonos a nosotros. Estoy seguro que eso no se ha hecho por el protocolo mismo de las asambleas. Los 6 de Vista al Mar que nos bautizamos ese día, no lo olvidaremos.

Es cierto que tenias tus errores como lo tengo yo, que son muchos. Eras terco, pero cuando tenían la razón para corregirte, no dudabas en aceptar el consejo. Hasta en mismo discursos vi que te corregías en cosas que decías de forma equivocada. Muy al contrario de lo que pudiera parecer, esto te ganaba más el respeto de la congregación. Nunca voy a olvidar un día que te dimos un consejo, sé que no te gustó, pero a los días me dijiste que me querías como un hijo. Era la primera vez que me decías eso… llegue a la casa pensando en eso. Y todavía pienso en ello.

Ya es tarde para darte las gracias por las cosas buenas que me enseñaste, las que faltaron por enseñar. Es tarde para hacer las paces, para aclarar los asuntos. Tu partida me enseña algo más: No hay que esperar hasta lo último para decir lo que sentimos a los seres queridos y a los que no nos quieren. A pesar que en los últimos años no nos hablamos, como dicen por aca, nadie te quita lo bailao. Tuviste el privilegio, con tus altas y bajas, de honrar el nombre más precioso que cualquier humano puede hacer: el nombre de Dios. Ahorita estas en la memoria de El y solo meditar en ello me hace recordar el texto bíblico de Hebreos 4:11 “Dios no es injusto para olvidar las obras de su fieles”.  Espero verte en ese nuevo mundo y podamos conversar de esta carta que nunca te entregue…

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